«Las Moradas» en clave musical

Sin título-1Gema Juan, ocd, ha ido publicando en su blog Juntos andemos una serie de artículos en los que buscaba poner en relación cada una de las moradas teresianas con una pieza musical. Concluida la serie, hemos querido reunir ese material en un solo documento, y lo ofrecemos para que lo podáis descargar. Así nos lo presenta la autora:

Desde antiguo, la música es una fuente inagotable de ideas y sentimientos, un refugio y un motor. También es un testigo extraordinario, un lazarillo en ocasiones y un espejo sincero. Puede entretener, simplemente, pero también acompañar e impulsar.

Proponemos leer las Moradas de Teresa de Jesús, acompañados por la música. Se trata de pequeñas invitaciones, la brevedad impide pasar de ahí. También lo impide el hecho de que la música y la palara teresiana son como «los dichos de amores», de los que Juan de la Cruz decía que es «mejor dejarlos en su anchura, para que cada uno de ellos se aproveche según su modo y caudal de espíritu».

Moradas no tiene una única lectura, ni es puramente lineal, como dice la misma Teresa: «No habéis de entender estas moradas una en pos de otra, como cosa en hilada, sino poned los ojos en el centro, que es la pieza o palacio adonde está el rey, y considerar como un palmito, que para llegar a lo que es de comer tiene muchas coberturas que todo lo sabroso cercan. Así acá, enrededor de esta pieza están muchas, y encima lo mismo. Porque las cosas del alma siempre se han de considerar con plenitud y anchura y grandeza».

Lo mismo sucede con la música, por su riqueza y amplitud semántica. Se puede acceder a ella de distintas formas, desde distintos lugares, y tener experiencias diversas. Pero, además, la música invitará siempre a dar un paso más y trascender lo personal.

Teresa se atreve a explicar «cosas de mucho secreto entre Dios y el alma», está convencida de que se puede acompañar hacia el misterio y enseñar a andar por los caminos del espíritu. La música también es buena pedagoga –lo decía Lévi-Strauss– porque su lenguaje es a un tiempo inteligible e intraducible, tiene prosa y silencios. Se puede aprender y comprender, pero mantiene un pie en el misterio. Por eso aúna tan bien con los «grandes secretos» teresianos.

Las Moradas son movimiento, relatan un viaje que lleva a lo profundo. Teresa habla «del camino por donde se alcanza la unión», habla de integración y plenitud, de un crecimiento continuo. Sucede lo mismo con la música: su ingrediente básico es el movimiento. Ritmo y armonía proponen orden al caos y continuidad a la fragmentación. Como dijera Schenker, el gran teórico musical: por su progresión y su sucesión tonal, la música refleja todas las metamorfosis y estados de ánimo del alma.

La invitación podría haber estado acompañada por otros compositores. Otra lectura, igualmente sugerente, se podría haber hecho con Pérotin, Rameau, Haydn, Mahler, Borodin, Puccini y Albéniz. Y con otros tantos. O con uno solo de los grandes maestros.

En todo caso, como pensaba Nietzsche, la música agudiza el sentido de participación de la vida y regala sentido. Por ello es una buena compañera. Y, como dijera Strawinsky, un compositor poco dado a las ensoñaciones, el sentido profundo y el fin esencial de la música es «promover a una comunión, a una unión del hombre con su prójimo y con el Ser».

Teresa dirá que «el fin para que hace el Señor tantas mercedes en este mundo» es para vivir en plenitud, como vivió Jesús: ligado a todos y unido al Padre. Música y palabra se dan la mano, buscando lo mismo y abriendo puertas… «podéis entrar y pasearos».

Gema Juan
Descarga aquí Las Moradas de Teresa de Jesús: invitación musical 

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