En las internas entrañas…

La gracia del dardo o transverberación,  cuya fiesta litúrgica se celebra hoy, es narrada por la propia Teresa de Jesús en el Libro de la Vida (29, 13) y a ella le dedicó también el  poema «Ya toda me entregué y di».

La plasticidad de la escena explica su éxito en ámbitos como el arte y la literatura. Hoy nos unimos a esta fiesta con un poema de una de las más queridas discípulas de Teresa, María de San José, quizá la primera en continuar la estela del tema, a través de estos versos, de los que existe también una versión más extensa y con notables variantes:

En las internas entrañas
sentí un golpe peregrino:
el blasón era divino
porque obró grandes hazañas.

Con el golpe fui herida,
y aunque la herida es mortal
y es un dolor sin igual,
es muerte que causa vida.

Si mata, ¿cómo da vida?
Y si vida, ¿cómo muere?
¿Cómo sana cuando hiere
y se ve con él unida?

Tiene tan divinas mañas,
que en un tan acerbo trance
sale triunfante del lance
obrando grandes hazañas

María de San José (Salazar)


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