El puzle de las Moradas

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Como sucede con los grandes autores, solo uniendo muchas piezas, es decir, atendiendo a muchos factores interpretativos, conociendo distintos puntos de vista y oyendo múltiples voces, podremos abarcar la riqueza y la complejidad de esta obra de Teresa de Jesús.

En esta sección, irán apareciendo textos sugerentes de autores que han leído a Teresa y pueden darnos luz con su interpretación. No pretenden ser palabra definitiva, sino una pieza que ayude a montar el gran puzle de las Moradas

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La abeja no deja de salir a volar para traer flores  (1M 2,8)

«Teresa ve en la diminuta abeja una metáfora adecuada para expresar las cualidades dinámicas de la humildad, la organización y limpieza de la persona… El panal, con sus muchos compartimentos y su construcción esférica, se asemeja a la estructura del castillo con sus muchas moradas … La acción de las abejas, entrando en la colmena, sirve como metáfora de un viaje similar: el alma que entra en el castillo interior, con sus círculos concéntricos, para encontrar a Dios, el gusano de seda que entra en su capullo para encontrar oscuridad, o el hecho de quitar las hojas externas al palmito para llegar a su centro dulce; todos ellos se mueven en el ámbito de un espacio interior».

Elaini Tsoukatos, Mount St. Mary’s University, USA

Ávila es un diamante

«Viendo a Ávila se comprende cómo y de dónde se le ocurrió a santa Teresa su imagen del castillo interior y de las moradas y del diamante. Porque Ávila es un diamante de piedra berroqueña dorada por soles de siglos y por siglos de soles».

 Miguel de Unamuno

Poned los ojos en el Crucificado y haráseos todo poco (7M 4, 8)

«Desde el centro del Castillo de su alma, Teresa descubre que su fundamento es la humildad de Cristo, y no la suya propia. Cristo mostró su amor con hechos, aceptando los terribles tormentos de su pasión. También nosotros agradamos a Dios no con palabras, sino con hechos de entrega. Damos a Cristo nuestra libertad y le permitimos que nos marque como esclavos con su hierro, que es el de la Cruz. […] La radical dependencia del esclavo con respecto a su amo o a su señora es un símbolo de la relación entre Dios y el ser humano que se inserta en una larga tradición bíblica. […] En la cultura castellana del siglo XVI, la esposa, para cualquier cuestión de tipo práctico, era la esclava de su marido […] No le asusta  a Teresa ser esclava de Dios, a quien identifica con Cristo. Él no es un marido exigente, dominante, sino el Amado con quien Teresa comparte su vida: «Él se hace el sujeto, y quiere seáis vos la señora, y andar El a vuestra voluntad» (C 26,4)

Vilma Seelaus, carmelita descalza, USA

porque siempre oímos cuán buena es la oración y no se nos declara más de lo que podemos nosotras, y de cosas que obra el Señor en un alma declárase poco, digo sobrenatural (1M 2, 7)

«Otra importante novedad de esta obra es su sistema expresivo, pues aunque conocía el esquema clásico de las tres vías -purgativa, iluminativa y unitiva- y de los tres estados correspondientes-principiantes, aprovechados y perfectos —(cf. V 11, 5; 13, 13; CV 37, 1; 42, 5), en esta ocasión quiso adoptar un sistema distinto, nada que ver con el de los «libros muy concertados» de los teólogos, para describir el itinerario de la vida espiritual bajo el número simbólico de siete moradas y al hilo de otros cuatro símbolos (el castillo, las dos fuentes, el gusano de seda y el simbolismo nupcial), centrándose en lo que Dios hace, no tanto en lo que nosotros podamos hacer, que de eso ya había sobrada literatura».

Salvador Ros, O.C.D.

800px-Avila_001Hoy como ayer

«El Castillo Interior habla a las persona de hoy, porque el recorrido del ser humano sigue siendo el mismo: nuestros encuentros con las serpientes  y las aguas vivas son prácticamente los mismos; la transformación y la meta son las mismas. El castillo permanece en el interior».

Denise Troll Covey, Carnegie Mellon University, Pittsburgh, USA

Su Majestad nos ha de meter y entrar Él en el centro de nuestra alma (5M 1, 12)

«El centro del alma es el lugar desde donde se hace oír la voz de la conciencia, y el lugar de la libre decisión personal. Por eso y porque la libre decisión de la persona es condición requerida para la unión amorosa con Dios, ese lugar de las libres opciones debe ser también el lugar de la libre unión con Dios»

Edith Stein, santa, filósofa y carmelita descalza.

Venía «la mejor parte» sobre hartos trabajos (7M 4, 13)

«Teresa conecta los dos episodios; y haciéndolo, consigue,  no solo que las tareas de Marta adquieran un sentido espiritual, sino que también el trabajo espiritual de María esté demostrablemente fundado en un trabajo físico previo. María, lavando los pies a Jesús equivale a Marta cocinando y sirviendo, y es una labor cuya corporeidad, con el placer y dolor que conlleva, da nuevo significado a su conexión verbal y espiritual con Jesús y con su hermana. Teresa, de este modo, lee la historia de Marta y María en su tiempo, entendiéndola en un proceso dinámico de acciones y cambios, rechazando fijarla, como hace inevitablemente el arte pictórico, en un instante icónico, inmutable; décadas y siglos después, espectadores de su estatua de Bernini rara vez serán tan generosos. El episodio de Marta y María es, en el relato teresiano, un desarrollo narrativo en el tiempo; solo a través del tiempo, la historia se entiende. Sus potenciales conflictos, para Teresa, no son simplemente los que parecen ser, y sus gozos son más abundantes de lo que parecen. La historia de Marta y María es un relato de amistad y hermandad, de tareas y de amor, un relato sobre la hospitalidad y las complejidades, prácticas y espirituales,  de recibir a Dios en la propia cocina».

Cristina Mazzoni, romanista, Universidad de Vermont, USA

imagesMirad lo que costó a nuestro Esposo el amor que nos tuvo (5M 3, 12)

«En mi opinión, antes de 1572 la abundancia del tema nupcial se inspira en el “Cantar” (siendo el Esposo Cristo), sin que hubiera articulación del tema bíblico con el símbolo matrimonial, salvo en el “desposorio” realizado a partir de la profesión religiosa. La crítica a la institución matrimonial, tal como estaba regulada en aquella época y que tanto perjudicaba a la mujer, impediría que se fijara en el símbolo matrimonial y prefiriera otros más agradables como el agua, el huerto etc.  La concepción cambió progresivamente al descubrir que -en el caso del Esposo- la sujeción la tenía Él con la esposa y no a la inversa como le sucedía  a la mujer casada».

Antonio Mas, teresianista y sacerdote de Zaragoza

Y aunque sea grosera comparación, yo no hallo otra que más pueda dar a entender lo que pretendo (5M 4, 3)

«Teresa afirma repetidamente que la experiencia mística se resiste a cualquier definición, ni siquiera por medio de la analogía. Pero si consideramos estas protestas dentro del contexto de su estrategia retórica general, podemos ver que las “groseras comparaciones”, aquellas que se le ocurren al “rudo ingenio” de Teresa, son no solo una afirmación de la inefabilidad, sino también un medio de negar la presunción de exégesis. Permitiendo que el lector experimente su frustración, su fracaso para encontrar la palabra justa, Teresa consigue explicar sin enseñar».

Alison Weber, hispanista, Universidad de Virginia, USA

Con su vuelo nos atrevemos a volar (3M 2, 12)

libertad«Ella, a diferencia de Platón, no despreciaba el mundo, que es obra de Dios. Tan solo lo ponía en su sitio. Para los que vivimos en el mundo, agobiados por las urgencias y trabajos, fascinados por sus promesas, esclavizados por nuestras ambiciones, sus escritos surten un efecto liberador. De repente el mundo se convierte en un medio, no en un fin, para crecer en amor, para ser más y tener menos, para que el alma eche a volar encendida en amor, y en alegría de vivir para embellecerlo».

Jesús Cotta, Profesor de Filosofía, ensayista y novelista

Pruébenos el Señor, que lo sabe bien hacer (3M 1,7)

«Las terceras Moradas llevan a lograr un programa de vida espiritual y de oración; pero viene la aridez y la impotencia, tentación de apoltronarse en una vida pseudo-religiosa, artificio de quien cree poseer a Dios, adora la propia imagen de Dios. Es un estado gris, el gran peligro. El gran pecado es creerse que por nuestras obras vamos a llegar a la mística, que Dios nos tiene que responder con su gracia. Hay que dejar el protagonismo a Dios. Se necesita experimentar la sequedad, la ausencia, el vacío para no hacerse arrogantes frente a Dios, pidiendo que nos pague nuestras obras y «fidelidades» que muchas veces no son más que normas que nos autoaseguran y justifican en el camino».

Cristina Kaufmann, carmelita descalza

caballeros …Ha gran envidia a los que tienen libertad para dar voces, publicando quién es ese gran Dios de las Cavallerías

«¿Qué puede significar la frase que acabo de subrayar? «El gran Dios de las caballerías» es aquel Señor que –en una línea no demasiado alejada de Ignacio de Loyola en la Meditación del Rey Temporal– por su bondad suprema, se merece que sus amigos y vasallos hagan todo tipo de obras heroicas para darlo a conocer y amar. En un fragmento muy apasionado de la Vida, la misma santa pide a Dios de mil maneras que la haga capaz de hacer «algo por Vos» (V 21, 5). Hay que realizar acciones grandiosas por amor a un Dios tan grande. Esta es la interpretación de la perspectiva teresiana de la grandeza de Dios hecha en la doble clave del sentido heroico de Trento y «la fuerza del amor» (6M 5, 15) que invade a Teresa. El Dios grande es aquel por el que tantos han hecho tantas cosas grandes. Dios nos comunica sus mercedes y nos quiere unir con Él para que, como Pablo o la Magdalena, podamos comprender la grandeza de la divinidad. No es por un corto deseo de protección sino por «la fuerza del amor» por lo que hemos de alabar su grandeza».

Josep Maria Rovira Belloso, teólogo

Este manantial que digo de lo profundo de nosotros (4M 2, 6)

«Sí, su alma es un castillo. Pero castillo en movimiento, hacia la conquista de su más recóndita interioridad. Teresa no precisa bien si el suyo es castillo guerrero, o castillo «de diamante y muy claro cristal», o las dos cosas a la vez. Pero dentro de él, Teresa entiende la propia vida como vocación a la trascendencia. No solo porque ese su castillo está poblado por ella y por el Castellano invisible. Sino porque dentro de él su misma vida humana está radicalmente llamada a entrar en la órbita de Dios. Los viejos castillos que ella sin duda conoce, tenían en la entraña un pozo o una hendidura abierta en la tierra o en la roca, en busca de agua manantial. Algo así entrevé ella el subsuelo del alma o del hombre, con una misteriosa hendidura abierta hacia la trascendencia o la divinidad».

Tomás Álvarez, carmelita descalzo

Otras moradas secretas del castillo (1M 2, 15)

«En resumen, la presentación de Teresa en el Castillo de la evolución de la vida espiritual desde sus comienzos hasta el matrimonio espiritual es la secuencia de los arquetipos de la novela (de caballerías): el recuerdo de la identidad real, la llamada al ascenso, la superación de los obstáculos del ascenso, y el ascenso al mundo superior del cielo. En consecuencia, el Castillo tiene una fuerte unidad narrativa.  Por otra parte, las imágenes de la fuente, el gusano/mariposa, el desposorio y el matrimonio, que los estudiosos a veces han considerado que suplantan la imagen del castillo son, como el castillo, parte del mundo más elevado del cielo y sirven para iluminar varios aspectos del carácter celestial del interior del castillo del alma. De ahí que estas imágenes están plenamente integradas en la narración del Castillo, y subrayan la cohesión interna de la obra».

Joseph F. Chorpenning, O.S.F.S.,  Allentown College de S. Francis de Sales, Pennsylvania

 Resplandor y hermosura

BRILLO«El cristal o diamante que Teresa introduce aquí funciona no simplemente como un material de construcción para el castillo, sino también como una analogía que aporta rasgos esenciales a la descripción teresiana del alma. El cristal proporciona una imagen esférica, que, aunque entra en conflicto con la mayoría de los diseños arquitectónicos de los castillos, emerge como un aspecto del espacio que Teresa intenta describir: «Pues consideremos que este castillo tiene –como he dicho muchas moradas, unas en lo alto, otras embajo, otras a los lados; y en el centro y mitad de todas estas tiene la más principal, que es adonde pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma» (1M 1,3).

El énfasis en esta forma concéntrica evita la tradición de ascender hasta un Dios situado en lo alto de la torre más elevada del castillo. También con el cristal, que ella considera como una entidad que emite luz (en lugar de reflejarla como hace el objeto material), Teresa enfatiza la comunicación de Dios con las facultades y los sentidos».

Carole Slade, Universidad de Columbia, profesora de literatura comparada

Almas tan concertadas

«Otro gran peligro hay en estas Terceras Moradas, y es el de instalarse aquí por muchos años. La Santa nos dice que en estas Moradas viven muchas almas. Aquí llegan y aquí se instalan. En parte es porque no ven más horizonte. Se creen que su perfección reside en su concierto, en todo lo que ellas han construido, aunque no lo han realizado sin la ayuda de Dios. Pero han mezclado mucho de lo suyo con lo de Dios, han arrastrado consigo criterios, mentalidades viejas, caducas, modos y formas muy humanas. […] Incluso pueden pensar que es un peligro meterse en mayores honduras del espíritu. O pueden pensar también que no están llamadas a grandes santidades. Son humildes a su manera y se contentan con humildes santidades. Eso es la instalación».
Ildefonso de la Inmaculada, OCD.

 Se siente un movimiento tan acelerado del alma (6M 5, 1)

«Teresa se desplaza entre las moradas casi con la misma facilidad con la que transforma metáforas. Además, enfatiza la flexibilidad del castillo/alma empleando un vocabulario de movimiento. El abundante uso del imperfecto, de tiempos y formas progresivas de los verbos ir y andar parecen lo natural para describir el progreso o viaje del alma. Sin embargo, la alta frecuencia del uso del verbo andar con el significado de estar acentúa la sensación de libre movimiento y la negación de estatismo que permea el Castillo Interior».

Catherine Connor-Swietlicki, Universidad de Vermont, USA

Él mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza (1M1,1)

«El Castillo Interior osa proponer un proyecto que revoluciona la concepción filosófica y teológica de la mujer en su tiempo. Son ampliamente conocidas algunas frases típicas del menosprecio masculino hacia la mujer, por ello no es preciso repetirlas. Sin embargo, toda su situación de sometimiento y exclusión se sostiene por la visión filosófico-teológica que la considera como un ser imperfecto desde el punto de vista óntico, axiológico y moral […] Con el trasfondo de la imperfección y carencia constitutiva de la mujer, resulta en verdad osada y provocadora la oferta del Castillo Interior de adentrarse en la vida espiritual y en la amistad con el Señor. Sí, a ellas que han sido educadas escuchando sermones misóginos, Teresa les anima a descubrirse en todas sus capacidades como personas –luego comunes con el varón– que serán transformadas y divinizadas en el diálogo y amistad con Dios».
María José Mariño, carmelita misionera

Si nunca salimos de nuestro cieno de miserias, es mucho inconveniente (1M 2, 10)

220px-Shadows-in-the-sand«La sombra es la parte de mí mismo humillante o socialmente inaceptable. No obstante, el movimiento hacia el sí-mismo me exige invitar a todas esas figuras interiores al banquete de mi vida, porque son ya una parte de esa vida. El amor al sí-mismo requiere cuidar la sombra. No se puede desechar apelando a la exhortación o la moralización. No tengo que identificarme con la sombra ni representarla; más bien, amar la sombra significará ser amigo y portador de ella. La verdadera humildad es la aceptación de nuestra realidad».

John Welch, O Carm, autor de
Peregrinos Espirituales. Carl Jung y Teresa de Jesús

Con plenitud y anchura y grandeza (1M 2, 8)

 «La estructura castelar elegida para describir las diferentes moradas del alma es una imagen recurrente en la literatura medieval. Teresa sustituye el simbolismo de la fémina pasiva, en espera de un rescate por su caballero andante, por la del alma aguardando a su amado, Dios. Teresa deconstruye la imagen y espacio del castillo tradicional. Ella construye en cambio una vivienda con acoplaciones asimétricas a los costados, arriba y abajo. En este sentido, el hábitat que crea, como la narración, es un palimpsesto de imágenes e ideas […]. Si bien diferentes críticos han analizado las características particulares del núcleo del castillo en la mística teresiana no han profundizado en el diseño original del espacio teresiano. Teresa construye para habitar sin las constricciones que la afectan en el exterior. Sabiamente, como Heidegger cuatrocientos años más tarde, se da cuenta de la necesidad de un espacio interior sin limitaciones impuestas por las reglas sociales de tumo. El espacio teresiano es subversivo y revolucionario».

 Doreley Carolina Coll
University of Prince Edward Island, Canadá

Nunca se quita de con él este verdadero amador
(2 M 1, 4)

«Esta observación nos lleva de la mano a otra fundamental. Si el edificio teresiano es esférico, si en él se encuentran rasgos tan suntuosos como muchos de los descritos, si los adjetivos que se le aplican gravitan más por el área semántica de la belleza, resplandor, amenidad, etc., que por los de la fuerza, parece claro que estamos más ante un castillo-palacio que ante una fortaleza. Ello es explicable si pensamos que el humanismo valoró extraordinariamente el tipo de casa-palacio. Pero el motivo fundamental radica en que el edificio teresiano es, sobre todo, vivienda de enamorados, mansión de amor».

Cristóbal Cuevas García
Filólogo, Universidad de Málaga

Un castillo «todo de un diamante y muy claro cristal» (1M 1, 1).inside

«Con una metáfora sencilla sugerida por alguna joya de Dª. Luisa de la Cerda o la duquesa de Alba, deshace santa Teresa la obsesión de sus contemporáneos por el linaje. A través de cuerpos de cristianos viejos o de conversos, cauces transitorios, el alma es hija de Dios. Desde que se vulgarizó la genealogía conversa de la santa se hacen toda suerte de cábalas sobre la relación entre su ascendencia y su obra. Estudios meritorios, pero estériles en resultados. Todo está claro en su herencia: es hija de Dios, un diamante y muy claro cristal […].

La única doctrina que Santa Teresa propone en abstracto y con alcance universal es su concepto de santidad: «la perfección verdadera es amor de Dios». Más allá de ese axioma su doctrina no contiene tesis abstractas sino que es la historia de su alma. Escribe «desde las aguas mesmas de la vida»: nos da el agua, no los cauces o los puentes. Por eso encontraba afinidad con ella Amonio Machado. La palabra de la santa es experiencia individual presentada como invitación a que los lectores repitan, no sus fenómenos extraordinarios, sino lo válido para todos: la actitud de amor de Dios y de cumplimiento del deber. El estilo de autobiografía confiere a los escritos de la santa su extraordinaria calidad literaria y fue la mejor estrategia para circunvenir la condena de la inquisición. Al no dar doctrina abstracta sino referir puros hechos. Estos no podían negarse»

Ciriaco Morón Arroyo
Universidad de Cornell (New York, USA)

 Es grande su hermosura y hay cosas tan delicadas que ver y que entender… (4M 1, 2)

«La asociación del Castillo con las esferas celestes abrió camino a lecturas intertextuales de las tradiciones neoplatónicas, gnósticas y091122dlirios0 herméticas, que, en España, se materializaron en la obra de los arquitectos Diego Sagredo, Juan de Herrera y Francisco Villalpando […]. Probablemente, sin saberlo ellos, el precursor en España fue el filósofo y lingüista del siglo XIII, Ramón Llull, en cuyos escritos es indiscutible el influjo tanto de la mística judía como de la islámica y cuyo Arbre de filosofia d’Amor muestra una preocupación por las propiedades místicas del número siete y su relación con los espacios arquitectónicos transformados, sobre el papel, en fuente de magia. El Arbre representa un árbol divido en siete partes orgánicas por las que el amante (l’Amic) viaja para encontrar al amado (l’ Amat). En el quinto nivel, un médico, con la esperanza de aliviar el mal de amores del amante, sitúa a l’Amic en una habitación de tanta belleza que sus extravagantes figuras, árboles, hojas, frutos, flores y perfumes evocan la memoria del amado. La belleza de este lugar, que emana en buena medida de la superposición entre la teología cristiana y la numerología e imaginería hebrea e islámica, aflora en el aroma de la mujer mística que escribe el Castillo».

María Mercedes Carrión
Emory University, Atlanta, USA

Eres mi Morada

«Para Teresa, el espacio es importante y debe ser evocador del misterio. Esta relación espacio-contemplación refleja una comparación mística en la cual el espacio es Cristo mismo, que se hace habitable. Amorosamente, ella lo expresa en los siguientes términos:

Porque tú eres mi aposento,
eres mi casa y morada,
y así llamo en cualquier tiempo,
si hallo en tu pensamiento
estar la puerta cerrada.
Fuera de ti no hay buscarme,
porque para hallarme a mí
bastará sólo llamarme;
que a ti iré sin tardarme,
y a mí buscarte has en ti.

 Del mismo modo, la santa, en su fruitivo lenguaje místico, conjuga preposiciones simbólicas para guiar la vida en el Espíritu, al configurar metafóricamente su idea de espacialidad cotidiana con su experiencia de intimidad con el Señor».

 Eliber Salcedo D’Andrey, O.C.D
Universidad Javierana, Colombia.

 Sin licencia de las superioras (M Epílogo 1)

 «La postura elegida por Teresa es la de una narradora que ha decidido contar una historia no para que su público asista prudentemente a esta representación y vuelva a la misión contento de haberse divertido a expensas de imágenes y voces que no son las suyas, sino para que cada uno se convierta en narrador de sí mismo, de su alma, creador de sus propias visiones. La prodigiosa energía que atraviesa el libro de las Moradas parece canalizada en la escritura para ser transmitida y para que, una vez que caiga el telón, las compañeras de Teresa acepten “sin licencia de los superiores” (7M, 4, 20) inventar sus propias puestas en escena. Como si lo esencial no fuera la imagen del castillo que la escritora acaba de rematar describiendo lo que sucede, los obstáculos encontrados, los riesgos asumidos, los gozos recibidos. Por el contrario, lo esencial sería más bien que estas mujeres a las que se destina el libro, sintieran el deseo de descubrir sus propias moradas, experimenten el afán de escuchar sus propias voces».

Mercedes Allendesalazar
Filósofa, autora de Thérèse d’Avila, l’image au féminin

Este centro de nuestra alma, o este espíritu, es una cosa tan dificultosa de decir…
(7M 2,10)

 «El centro del alma donde Dios vive constituye la imagen fundamental del libro de las Moradas. Hacia ese centro gravitan las imágenes básicas y en ese centro confluyen los niveles léxico, morfológico y semántico. […] Partiendo de un término usual, centro, Teresa de Jesús hace de él una palabra clave para su mensaje doctrinal y literario. El centro se va cargando de connotaciones espaciales, sensitivas, acústicas, olfativas y hasta sabrosas, hasta convertirse en una palabra símbolo. Lo que interesa a nuestra escritora es llevarnos al centro o morada interior, porque allí se consuma la unión transformante del alma en Dios»

Montserrat Izquierdo (Institución Teresiana)
historiadora y filóloga

«Muy claro cristal»

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Hay muchas moradas: «unas en lo alto, otras en bajo, otras a los lados (1M1,3), con lo que sugiere que estamos, repetidamente, abocados a elegir qué dirección tomamos. Ya se nos había dicho (1M1,1) que teníamos que entender el castillo como una realidad transparente (un castillo todo de un diamante o muy claro cristal); y aunque esto se nos dice, en primer lugar, para despertar nuestra admiración ante la belleza del alma, hay, en el primer capítulo de este Castillo, una especie de subtexto que indica un elemento menos benigno en este modo de expresarse. El castillo está hecho de diamante o de cristal: por tanto, podemos ver a través de él. Podemos ver lo suficiente como para saber que Dios está allí. Si hay muchas habitaciones, y si las paredes son transparentes, no podemos saber con mucha seguridad cuánto nos separa del centro, aparentemente a la vista. Esto quizá sea llevar demasiado lejos la metáfora, pero, como veremos, Teresa siempre se preocupa de recordarnos que estamos expuestos a confundir al menos algunas de las moradas con la definitiva y central. Nunca sabremos dónde están las fronteras si no nos movemos hacia adelante»

Rowan Williams
Arzobispo de la Iglesia de Inglaterra

«Marta y María han de andar juntas…»

…para hospedar al Señor y tenerle siempre consigo, y no hacerle mal hospedaje, no dándole de comer. ¿Cómo se lo diera María, sentada siempre a sus pies, si su hermana no le ayudara? (7M 4, 12).

 «Una de las razones por la que Teresa sigue siendo ampliamente leída hoy en día es porque su visión de la unión con Dios puede ser vivida tanto a través de la acción como de la contemplación. Sus lectores no han de entrar en un monasterio para alcanzar la más elevada cima de la unión. Garantizando un lugar tanto para la acción como para la contemplación en la vida mística, Teresa destruye la ilusión de que el misticismo está reservado solo para los contemplativos o monjes. Teresa democratiza la mística y abre la puerta a todos los cristianos para que alcancen la unión con Dios»

Christina Llanes
Universidad de Chicago. Divinity School

«Dejarse a sí en los brazos del amor»

«Todo el proceso ascético-místico narrado en las Moradas es, en esta línea vectorial, la viva dramatización, a lo divino, de una auténtica relación de amor apasionado entre un hombre y una mujer, desde que comienzan a conocerse y a tratarse hasta la mutua posesión e intercambio en la plena donación unitiva del matrimonio consumado»

Antonio Vázquez Fernández
Filósofo y psicólogo mercedario

«Así acá, enrededor de esta pieza están muchas, y encima lo mismo»

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«Es en la metáfora de las moradas donde se aprecia mucho mejor la raíz platónica de esta vertiente de la mística española, que algunos hacen surgir sin más de la literatura sufí. Así la distribución concéntrica de las moradas circulares remite a las ciudades de la utopía platónica […] De hecho, el autor del primer tratado musulmán documentado acerca de los castillos, el Gawr al-umûr, describe las moradas o maqâmât más interiores como medinas, ciudades fortificadas a la manera de los castillos-fortalezas, tal y como las imaginaron posteriormente los maestros sufíes y santa Teresa […]. Así pues, como afirma López-Baralt, es evidente que santa Teresa no inventó la hermosa imagen plástica de los castillos interiores, sino que la reelaboró, la cristianizó y la adaptó para sus propios fines literarios. Sin embargo, la estudiosa se queda corta al remontar el origen de esta imagen a la literatura musulmana. En tal sentido, queda claro que el carácter colorido y vivencial de la mística española, tan alejado de la literatura religiosa medieval europea, encuentra sus legítimas raíces, más allá del importante papel que cumplieron los traductores islámicos, en la gran tradición del pensamiento griego, de vuelta otra vez al pensamiento mediterráneo».

Mariano Nava Contreras
Universidad de los Andes, Venezuela

«Después de acabado me ha dado mucho contento»

«Estaba satisfecha de lo que había escrito y de haberlo escrito. Si la Vida, al final, fuera quemada, quizás podría conservarse este libro que le parecía incluso más hermoso, más delicada y ricamente elaborado. Era menester y oportuno que quedara escrito cómo ella había intentado saber quién era, si hija de la Iglesia o réproba, si mujer engañada por el demonio o auténtica espiritual, y que permaneciera trazado, de un modo perdurable, el camino para entrar al castillo y para llegar allí donde todo era paz»

Rosa Rossi
Hispanista y escritora italiana

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«En el centro y mitad»

«Con el símbolo del castillo, Teresa ha querido expresar que la búsqueda de Dios tiene lugar en el espacio interior del espíritu humano. El centro se coloca precisamente en la persona. Caminar hacia Dios se convierte así en caminar hacia el centro del ser humano».

Giovani Tani
Arzobispo de Urbino

«Voz tan dulce»

Una vez u otra no nos deja de llamar, para que nos acerquemos a Él; y es esta voz tan dulce, que se deshace la pobre alma en no hacer luego lo que le manda (2M 1, 2).

 «Teresa de Jesús al asignarle tono y timbre al mensaje de Dios, no solo le añade oralidad a su escritura, cuyo lenguaje adquiere características distintivas de voz y significado desde el punto de vista auditivo por parte de cada uno de los emisores y sus mensajes respectivos, sino que, a su vez, establece lo que Katz denomina ‘affective response’, es decir, la respuesta capaz de incitar desde el punto de vista afectivo a aquel receptor (lector o espectador) que se pone en contacto con la obra de la monja. Esta cualidad oral y auditiva ‘añadida’ de su estilo es justamente uno de los aspectos más atractivos y persuasivos de la obra, donde el texto adquiere ‘vida’ y es posible representarlo»

Josefina C. López
Hispanista, Wake Forst University

«Mejor se entienden el lenguaje unas mujeres de otras»

«Así pues, y de una vez por todas, Teresa decidió someterse a esta arbitrariedad necesaria, ley de Ia escritura, ley del otro, ley de lo real. El marco del trabajo se constituye con un orden que induce.  La fuerza de escribir a costas de un dolor corporal y con un juicio que limita la pertenencia al espacio católico. Es un marco masculino. Los mismos letrados que imponen el mandato y examinan el producto son hombres. Pero en el interior de ese marco, se desarrolla un discurso femenino: “mejor se entienden el lenguaje unas mujeres de otras”. Hay un plural. Ya no hay autor, sino un lenguaje entre mujeres que el amor vuelve comprensible: “El amor que me tienen les haría más al caso lo que yo les dijese”. Un círculo femenino, pues, interno, en que la petición es colectiva, y Ia inteligencia compartida. Entre el mandato de la escritura y su apreciación, ambos masculinos, se desarrolla el acto femenino de hablar: “A ellas les voy a hablar en lo que voy a escribir”. La palabra femenina se insinúa en la circunscripción masculina de la escritura. En la compañía, tan cara a Teresa, cada hermana comprende que “cuando algo se atinare a decir”, entre mujeres, no pertenece a un autor no es mío— sino que proviene del hablar que escapa a la apropiación individual y a los controles eruditos. En esta combinación sutil, la autoridad (eclesial) es masculina, como una escena social para el nombre del padre; la palabra es femenina, conforme a Ia tradición judía de la Sekina, figura femenina del espíritu que es Palabra»

 Michel de Certeau
Jesuita, historiador y filósofo francés

 «Podéis entrar y pasearos»

87396el_jardin_renacentistaMe parece os será consuelo deleitaros en este castillo interior, pues sin licencia de las superioras podéis entrar y pasearos por él a cualquier hora (M Epílogo, 1)

 «Pocas veces un escritor habrá dejado tan claro que su obra se abre a la dimensión recreativa.  Teresa sabe que sus lectoras cuentan con pocas distracciones y las invita a deleitarse no solo con el castillo de sus propias almas sino con el castillo literario que ha creado. Y en esta invitación se confirma su independencia ante las autoridades».

Mª. de la Concepción Piñero Valverde
Hispanista, Universidad de Sao Paulo

Mi libro preferido es el de Las Moradas…

«…porque me ha hecho pensar más que ningún otro. Ahora, ampliando esto digo: porque me ha hecho soñar como ninguno, porque al terminar su lectura siento como nunca el deseo de ser mejor, porque su estilo fácil y sencillo, y la sana alegría que alienta en sus páginas tratando de cosas tan sublimes, me encantan».

Carmen Laforet, novelista
Texto escrito a los 16 años

17 respuestas a “El puzle de las Moradas

  1. Preciosísimos pensamientos que amplían y echan luz más profunda en mi alma, sobre los amados escritos de Santa Madre que, salvando las distancias (no tan grandes por cierto), son como los Evangelios: no importa cuántas veces los haya leído, siempre descubro una nueva lucecita para mi pobre entendimiento. Muchas gracias por subirlos y, como ya les han solicitado más, uno mi voz a quienes me han precedido.
    Desde Argentina, MariCris de Jesús ocds.

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  2. Me resultó fácil y a la vez atractivo este trabajo sobre las Moradas de Sta. Teresa.Pido que hagan lo mismo con sus otras obras. Gracias.

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  3. Muy bueno esto que han hecho con las frases del libro de las Moradas, ¿Por qué no se hace algo similar con las demás obras? un Puzle para Vida, Camino, Fundaciones, Cartas, etc.?, creo que esta es una bellísima relectura de la obra de Teresa y nos hace aterrizar en la vida propia, y el compartir la vida con los demás es siempre iluminador.
    Gracias por este trabajo, me ha parecido que puede ser muy sugerente para ampliar nuestra lectura de las Moradas.

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  4. Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,
    Así la siembra del amor del Señor en tu Corazón desde las Moradas, esperó el momento de gracia para dar su fruto.
    Así nos ha conducido hacia esta bella fuente que sólo nos enseña a vivir de Él y con Él.
    Un abrazo, te recuerdo con Cariño. Blanca, OCDS Lima Perú

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  5. Cuando empiecé a buscar a Teresa, a querer conocerla, el primer libro que me recomendaron fueron Las Moradas, lo leí con ávidez, ahora muchos años después me pregunto, entendí algo en esa época?
    Gracias por estos comentarios.

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