Regresa «La lengua en pedazos»

cartel de la lengua en pedazosDel 13 al 30 de junio, en el Teatro Fernán Gómez de Madrid, vuelve a representarse «La lengua en pedazos», de Juan Mayorga, con Clara Sanchis y Pedro Miguel Martínez como protagonistas. La obra representa un combate dialéctico entre un guardián de la ortodoxia y una monja rebelde, Teresa de Jesús. Entre los pucheros, donde anda Dios, tiene lugar esta particular pelea.

La lengua en pedazos está basada en el el Libro de la Vida de Teresa de Jesús y se estrenó en julio del año pasado en el XXXV Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro.

ESPIRITUALIDAD Y SUBVERSIÓN

por Juan Mayorga

“La singularidad es subversiva”, decía Edmond Jabès. Recuerdo esas palabras cada vez que pienso en Teresa de Jesús. Nos han acostumbrado a verla como centinela de un cierto orden, pero basta abrir sus escritos y recordar el modo en que levantó sus fundaciones para reconocer en ella a una insurrecta.

Teresa, un cuerpo frágil y una voluntad férrea, es un personaje tan fascinante y complejo como el mundo en que vivió. La España del XVI fue rica en hombres y mujeres capaces de empresas que hoy nos producen vértigo. Mas en esa misma España se llamaba “perro” al converso, como lo era el abuelo de Teresa, y resultaba sospechosa una mujer que escribía -y más si escribía con la imaginación y la inteligencia de Teresa-.

Mujer contemplativa y mujer de acción, no hay en Teresa brecha entre la visionaria y la fundadora de monasterios. En Teresa la oración es acción, y cada acto es un modo de orar. Ambos están atravesados por el amor. Y ese amor hace de Teresa una subversiva que desestabiliza espíritus, pone en crisis instituciones y divide sociedades.

Teresa se nos aparece como personaje a contracorriente, intempestivo en su propio tiempo y en el nuestro. Por eso mismo es Teresa necesaria. Su interés -¿hace falta decirlo?- no depende de la creencia. Como Francisco Brines sobre Juan de la Cruz, pienso sobre Teresa que un ateo, aunque no crea en su mística, puede sentirse fascinado por el ser humano que se apoya en ella. Y puede y debe sentirse interpelado por ese ser humano –al fin siempre será menos importante lo que nosotros podamos decir sobre Teresa que lo que Teresa puede decir sobre nosotros-.

En todo caso, para dejarse arrastrar hacia Teresa es suficiente leerla y advertir lo mucho que le debe nuestra lengua y, por tanto, lo mucho que le adeuda nuestra experiencia del mundo. Sólo nuestros mayores poetas han sometido a tan extrema tensión la lengua castellana, sólo ellos han abierto para nosotros territorios como los que conquistó aquella mujer dueña de una palabra igual de poderosa cuando pinta las criaturas celestiales que cuando habla de las gentes.

Ganar para el teatro esa palabra y el personaje que la acuñó fue mi primer objetivo en La lengua en pedazos. Me propuse arraigar palabra y personaje en una situación ficticia pero verosímil en cuyo centro estuviese la grave decisión tomada por la todavía monja de la Encarnación de abrir, con gran riesgo para si y para las que la seguían, el monasterio de San José: la primera de sus fundaciones.

Entonces apareció, en mi fantasía, el Inquisidor. Que fue creciendo hasta convertirse en el otro de Teresa, su doble: aquél con quien ella estaba a destinada a encontrarse y a medirse. El Inquisidor acorrala a la monja con incómodas preguntas, la enfrenta a momentos de su vida que acaso ella querría olvidar y prende en su corazón la duda, que, como todo en Teresa, es un incendio. Y poco a poco, en el diálogo entre ambos personajes va apareciendo un tercero: la lengua misma, que transforma vidas y hace y deshace mundos.

La lengua en pedazos es, además de mi último texto para el teatro, el primero que llevo a escena como director. No me hubiera atrevido a ello de no haber contado con la complicidad de dos actores magníficos: Clara Sanchis y Pedro Miguel Martínez. En diálogo con ambos, a pie de ensayo, he escrito y reescrito esta pieza. En diálogo también con la excepcional mirada de Alejandro Andujar, y siempre con la impagable ayuda de Ana Belén Santiago. Los cuatro hemos hecho compañía. La llamamos La loca de la casa, que es como Teresa llamaba a la imaginación.

Entre todos hemos levantado La lengua en pedazos: un combate entre un guardián de la Iglesia y una monja desobediente. La pelea tiene lugar en la cocina del convento. Allí, entre pucheros, anda Dios.

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4 respuestas a “Regresa «La lengua en pedazos»

  1. Lo que sí está claro es que Teresa fué una mujer rompedora… Pero, pienso, de una manera tan elegante que iba consiguiendo lo que quería ( es decir, lo que decíale en todo momento Nuestro Señor) y armando su particular revolución casi sin sentir, sin violencia, ni hostilidad, ni acritud por su parte aunque sin dejar por ello de hablar claro muy claro… Con la humildad por delante, la fortaleza humano-divina de su incontrovertible y determinada determinación y ante el pasmo de muchos, se le iban abriendo todas las puertas… Incluso aquellas tan obstinadamente cerradas por principio, por prejuicio constitutivo y discriminada herencia cultural, a las mujeres de su tiempo y a una manera de orar que no fuera quedar suspendida y a bobas muy lejos de la humanidad necesitada y cercana del Amigo y Señor Jesucristo.
    Gracias M. José por tan excelente selección de textos, trabajos documentales, actividades culturales, alrededor de nuestra Santa (porque en Ávila, decir la Santa es decir Teresa de Jesús y de Ávila).

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